Granado

 
 
Descripción
Pequeño árbol caducifolio, a veces de porte arbustivo, oriundo de Asia y la cuenca mediterránea. Destaca por su tronco retorcido y de corteza grisácea, su follaje de tonos cambiantes y sus vistosas flores y frutos. Suele alcanzar entre tres y seis metros de altura y dos de diámetro. En jardinería se suelen utilizar variedades de frutos no comestibles pero de bella floración, como Punica granatum ‘Nana’, muy adecuada para cultivar en maceta, formar un seto bajo o incluso para bonsái.
 
Hojas
Sus hojas, lisas, oblongas y alargadas, varían de color a lo largo del año: desde el cobrizo cuando brotan en primavera, al verde fresco del verano y el amarillo dorado del otoño antes de caer.
 
Flores y frutos
Sus flores, de pétalos arrugados, son de color rojo anaranjado, con estambres rojos y cáliz coriáceo. También las hay blancas en variedades como ‘Albaplena’. Aparecen entre finales de la primavera y el verano en grupos de 3 a 5 campánulas muy llamativas, o en solitario; en algunos cultivares son dobles. Dan paso a los decorativos frutos característicos, de lustrosa y gruesa piel escarlata o dorada, llenos de jugosos granos con pepita.
 
Cultivo y cuidados
Debe situarse a pleno sol, en un lugar bien aireado. Conviene plantarlo a finales de la primavera para evitar que sufra con las heladas tardías, ya que es muy sensible al frío. No es exigente con el sustrato, pero crece mejor en un terreno profundo —donde sus raíces, bastante invasivas, se asienten mejor—, ligero, permeable y fresco. Prefiere los climas templados e incluso cálidos. Aunque resiste bien la sequía, conviene regarlo bastante en verano y evitar en cualquier caso que se seque completamente el sustrato.
 
De interés
Solo fructifica si se halla en el exterior, ya que son los insectos los encargados de la polinización.
 
 Frutos: granadas en otoño
 Flor: finales de la primavera y verano
 Hoja caduca
 Temperatura media y alta
 Pleno sol
 Sustrato profundo, fresco y permeable
 Riego moderado
 
EL MANZANO DE CARTAGO
Los romanos lo conocieron por los cartagineses, de ahí que lo llamaran Malum punicum, manzano de Cartago. Sin embargo, el granado ya llevaba un par de milenios de cultivo en Asia occidental y el norte de África. Fue apreciado —también por sus propiedades medicinales— por todas las grandes civilizaciones de la Antigüedad: Babilonia, Fenicia, Grecia, Egipto, Persia..., en muchas de las cuales gozaba de un valor simbólico y religioso. Los árabes lo introdujeron en Europa a través de Andalucía, donde extendieron su cultivo hasta el punto de bautizar con su nombre a la ciudad de Granada.

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